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Columna Mirador 33____________

Por Mario Ruiz Hernández


Temporada de lluvias pone al descubierto la eminente radiografía del desastre en la ZMVM, cada región por ejemplo del Edomex tiene sus peculiaridades, en donde ríos y presas están colapsadas de desechos


+ Los desafíos que enfrentamos en la zona, demandan una atención inmediata y una gestión coordinada como la del agua y drenaje, desechos sólidos y transporte


++ Los sistemas de drenaje, el enfoque ingenieril de gestión de las aguas pluviales, su desagüe, en más de cuatro siglos no ha cambiado, aún y cuando ya todo fue rebasado por el impactante proceso de la metropolización


+++Punto y Aparte+++ Científicos advierten que la Ciudad de México se hunde entre diez y treinta centímetros al año


Es complicado que aún y se tengan los eminentes riesgos del temporal de lluvias cada vez más atípicas, no se pude llegar a la cultura de la prevención y evitar las constantes inundaciones en todas partes de la geografía mexiquense, en unos lugares con mayor frecuencia y en otros en menor medida, y que los puntos de riesgo son completamente conocidos, y pocas veces son tomadas las medidas necesarias y mitigar los efectos de las precipitaciones pluviales que, por lo que se espera en este lapso, serán sumamente intensas y los tiempos de los aguaceros los estiman hasta finales de octubre; es decir, que las calamidades apenas comienzan.


El asunto cierto que es delicado, y aunado a la situación que prevalece, entre otras realidades, son los cientos de miles de toneladas de basura arrojadas por todas partes, y que se han convertido en un gran problema a resolver de manera urgente, debido a que continuamente saturan y hasta colapsan los drenajes y llegan hasta a taponear los tubos de desagüe de innumerables vertientes y justamente cuerpos de agua y que, en los años, definitivamente puede observarse la negligencia oficial de los tres órdenes y niveles de gobierno, cuando los desastres o los siniestros dan cuenta de las causas o de lo que bien, se pudo ver evitado.


En nuestra región, en lo que es la Zona Naucalpan, Tlalnepantla y Atizapán de Zaragoza (NZT), y demarcaciones periféricas a este perímetro urbano, y que gobiernan los alcaldes, Isaac Montoya Márquez, Raciel Pérez Cruz y Pedro Rodríguez, así como en Nicolás Romero, Cuautitlán Izcalli y Cuautitlán, México que lideran Yoselin Mendoza, Daniel Serrano Palacios y Juanita Carrillo, respectivamente, la radiografía del riesgo hoy por hoy es una constante, y lo hemos visto en las últimas anegaciones registradas, en donde los niveles del agua a consecuencia de las crecidas por la lluvia, muestran el tamaño del desastre.


Por otra parte, también es una completa realidad el cruel estado en que se encuentran los diferentes cuerpos de agua; desde presas, ríos, colectores, emisores y vasos receptores que en sus vertientes arrastran todo tipo de desechos, en el que incluso los niveles de contaminación son bastante delicados, y no se estima cómo para cuándo lograr su saneamiento, o recuperación integral, a propósito de contar con un importante sistema hídrico que permita su reutilización, en la superficie o en el afluente subterráneo y supere la crisis por la falta del recurso en las diversas regiones del estado de México, pero además contar con la infraestructura para ello.


Los desafíos que enfrentamos en la zona, demandan una atención inmediata y una gestión coordinada como la del agua y drenaje, desechos sólidos y transporte, y entender para los que tenemos nuestro asentamiento en la ZMVM, que el conglomerado urbano que de acuerdo con el censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en 2020, esta región concentra una población de 21 millones 436 mil 911 habitantes, lo que representa aproximadamente una quinta parte de la población total del país, está al borde de un colapso por las toneladas de basura que hay en sus presas, ríos y canales y todo esfuerzo de gobierno ha sido insuficiente.


En verdad que por dónde se le busque hay calamidades, tenemos sistemáticos peligros por las lluvias por mínimo que lo sean, y los puntos de riesgo de años al menos en la NZT, y los de mayor daño, la Vía Intermunicipal Luis Donaldo Colosio de Naucalpan-Tlanepantla, que después se convierte en Gustavo Baz, y su continuidad con la José López Portillo; en la que Tultitlán, Coacalco, Ecatepec y Tecámac, que presiden los ediles, Ana María Castro Fernández, David Sánchez Isidoro, Azucena Cisneros Coss y Rosi Wong Romero, continúan resintiendo los embates de la naturaleza, y resolviendo en lo que pueden, instrumentando indistintas acciones para mitigar el temporal.


Sin embargo, y gran parte de la problemática que arrastra la NZT, o la ZMVM, que al margen de la suciedad, la contaminación de presas, ríos y arroyos, es también su ubicación, en una región sumamente poblada, en donde la gente se asentó sobre ductos de Pemex, barrancas y en lugares no aptos para la vivienda, creando indefinidad de extensos “cinturones de miseria”, y que en estos momento superó la demanda de servicios, es la salida de las aguas de la gran ciudad, de la Cuenca del Valle de México hacia el Valle del Mezquital, parte de la cuenca del río Pánuco, que desemboca en el golfo de México., y para ello la construcción de la primera obra de este tipo, el tajo de Nochistongo, fue construida entre los siglos XVII y XVIII.


Destacar que su principal función era interceptar, al poniente de la cuenca, los ríos Cuautitlán y Tepotzotlán, y conducir sus aguas hacia el río El Salto, que desemboca en el río Tula aguas arriba de San Miguel Vindho. Durante el Porfiriato se construyó el Gran Canal de Desagüe, que recolectaba las aguas urbanas al oriente de la Ciudad y las mandaba al río Salado por medio de los dos túneles de Tequixquiac. Debido al hundimiento de la Ciudad, el Gran Canal perdió su capacidad de conducción algunas décadas después de su construcción, por lo que fue necesario construir, en los años setenta, el Sistema de Drenaje Profundo.


La obra maestra, el Túnel Emisor Central (TEC), desemboca en el río Tula aguas arriba de la planta de tratamiento de aguas residuales de Atotonilco, Hidalgo. En las décadas subsecuentes, este conducto se deterioró por su uso intensivo, por lo que en el año 2019 se inauguró el Túnel Emisor Oriente (TEO), que desemboca en el portal de salida de ambos túneles y que aporta parte de su caudal al ingreso de la PTAR de Atotonilco, y sus excedentes se unen a las aguas del TEC y del río El Salto, y que forma parte del sistema hidráulico de la Ciudad de México, sus alcaldías y municipios conurbados, sobre todo en el Oriente del estado de México.


Finalmente, y en la radiografía de este tiempo, es notable que en cuatro siglos el enfoque ingenieril de gestión de las aguas pluviales no haya cambiado: evacuar el agua de la cuenca del valle de México hacía el río Tula de la manera más rápida posible. Sin embargo, la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) sigue creciendo, generando más escurrimiento, al mismo tiempo que las estimaciones de los efectos del cambio climático vislumbran lluvias cada vez más intensas y atípicas, en el que existen pequeños centros de población completamente saturados e imposibles, en donde y hay que decirlo claro, crecer es un total riesgo en diversos sentidos.


+++Punto y Aparte+++ Científicos advierten que la Ciudad de México se hunde entre diez y treinta centímetros al año

Ciudad de México (EFE).- Con un hundimiento promedio de 10 a 30 centímetros anuales, la Ciudad de México tendrá zonas “inhabitables” y se verá obligada a realizar “desplazamientos forzados” en menos de diez años para poder hacer frente a las inundaciones y la falta de agua, alertaron este martes a EFE geólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


La densidad poblacional en la metrópoli mexicana que provoca una “irracional” extracción de agua de pozos subterráneos, sumado al peso de las construcciones, hacen que la compactación arcillosa y volcánica del suelo haya llegado al límite de su capacidad, lo que provoca una subsidencia (hundimiento gradual del terreno) que alcanza hasta 40 centímetros anuales en algunas colonias (barrios) de la ciudad.


El ejemplo más evidente de esta situación es el icónico monumento al Ángel de la Independencia, al que “cada determinados años le tienen que añadir un escalón” debido al descenso del terreno que lo soporta, explica Sergio Rodríguez, geólogo de la UNAM.


“Con un promedio de hundimiento de 15 a 30 centímetros por año, si lo multiplicas por diez años, ya son tres metros y si lo multiplicas por cien, pues es increíble”, expone Rodríguez.


“Este es el punto de no retorno. Ya no hay forma de parar este proceso”, sentencia Wendy Morales, geóloga de la UNAM, quien señala que “pueden pasar dos cosas”: que los gobiernos y la población se adapten, lo que aumentaría los grados de marginación; o que se produzcan desplazamientos forzosos a otras zonas del país.


Un 70 % del suelo inundable


Ubicada sobre un antiguo lago del que emergía la ciudad mexica de Tenochtitlan, el 70 % del suelo de la Ciudad de México se considera inundable.


Una situación cada vez más común durante la temporada de lluvias (de junio a octubre) debido al hundimiento de la ciudad, la falta de permeabilidad de un suelo cubierto de asfalto y sin zonas verdes, y el entubamiento de ríos que atravesaban la ciudad y servían como un sistema de drenaje natural.


En alcaldías como Iztapalapa, en el sur de la capital, con un hundimiento de 40 centímetros al año, las inundaciones y la falta de abastecimiento de agua evidencian una situación crítica pese a ser una de las zonas de la ciudad con mayor cantidad de pozos subterráneos.


Una situación contradictoria en la que la acumulación de lluvia contrasta con la falta de suministro, producto de una “inequitativa distribución del agua» que visibiliza la desigualdad social de la capital del país.


“Los que sacan el agua de los pozos son los que no tienen abastecimiento y además son los que sufren las inundaciones y la subsidencia. Es una paradoja social que se presenta como una cuestión para analizarse”, reflexiona Rodríguez.


En contraste, los edificios de nueva construcción de hasta 50 plantas “nunca van a tener problemas de falta de agua, porque pagan mucho para eso”, lamenta Morales.


El futuro ya está aquí


La “voracidad» de los desarrolladores inmobiliarios, que construyen en zonas de alto riesgo de hundimiento e inundación, y los episodios climáticos cada vez más extremos, harán que la Ciudad de México tenga áreas que no podrán ser habitadas, advierten los expertos.


“La gente y los gobiernos van a tener que empezar a buscar medidas de adaptación para que la población tenga los menores impactos y puedan regresar a su vida cotidiana”, explica la geóloga.


De no ser así, una parte de las personas va a tener que irse fuera de la ciudad en unos seis años, “porque va a ser insostenible”, vaticina Morales.


“El único posible futuro es desconcentrar (…). Hacer nuevas ciudades o nuevos centros urbanos más planificados donde haya empleo, hospitales, escuelas, centros comunitarios y así empezar a descentralizar esta ciudad”, apunta Rodríguez.


Para ello, los geólogos subrayan la importancia de la economía informal como motor del crecimiento de estos nuevos asentamientos y la necesidad de trasladar la industria y las instituciones fuera de la capital.


Fuente: “Agencia EFE, México”


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