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“Crónicas del tiempo”…

A 151 Años de la transición del Legendario San Bartolo a Villa de Juárez en Naucalpan, “el Día de vuestra identidad”


• En verdad que el municipio, ese centro de la población, el punto de encuentro, “la Ciudad Madre”, donde partió en definitiva el porvenir de este “Lugar de las Cuatro Casas”.


• El San Bartolo, el Capli, la porción de tierra de un gran calpulli, que acogió a la Santísima Virgen de los Remedios en 1520, en el “Lugar de los Otomíes, Otomcapulco” en el bosque y cerro de Moctezuma.


• Ese San Bartolo Naucalpan, de la Charrería, de los Grupos de Danza Folclórica, el del Fút-bol de la Tercera División, el de la Unidad Cuauhtémoc, y el semillero de campeones Olímpicos de Clavados.


Por Mario Ruiz Hernández


NAUCALPAN Méx., a 03 de septiembre del 2025.- Al cumplir el 151 Aniversario en que el Pueblo de San Bartolomé fue elevado a categoría de Villa de Juárez un 3 de Septiembre de 1874.


Por otra parte, es importante ir a la reflexión de todo aquello que para muchas generaciones del pasado y las del presente de lo que es para vosotros el Naucalpan de este tiempo.


En verdad que el municipio, ese centro de la población, el punto de encuentro, “la Ciudad Madre”, donde partió en definitiva el porvenir de este “Lugar de las Cuatro Casas”.


En la memoria, en los recuerdos y en la nostalgia de quienes aquí hicimos comunidad, es indudable el amor que se le tiene a estas generosas tierras que nos dieron lo que hoy tenemos; sea mucho, o sea poco, pero que nos dio la oportunidad de construir toda una vida.


San Bartolo Naucalpan, “El Legendario San Bartolo”, origen y destino, el epicentro de las grandes hazañas, el de las epopeyas y las extraordinarias aventuras en este asombroso pueblo.


Claro es, que siempre alguien nos relatará algo y nos sumergirá en ese ayer lleno de tantos episodios de la época; quizá de alguna etapa de la vida incluso de la historia de México en sus entornos.


San Bartolo Naucalpan, y su prehispánica Avenida 16 de septiembre, que es la continuidad de la Calzada México Tlacopan o Tacuba, es el camino que cruzó el conquistador hasta llegar a Totoltepec.


Una ruta lejana del Templo Mayor, fuera del domino del Imperio Azteca, donde “el Hombre Bárbaro”, lloró su derrota debajo de un ahuehuete.


El San Bartolo, el Capli, la porción de tierra de un gran calpulli, que acogió a la Santísima Virgen de los Remedios en 1520, en el “Lugar de los Otomíes, Otomcapulco” en el bosque y cerro de Moctezuma.


Ese San Bartolo Naucalpan, de la Charrería, de los Grupos de Danza Folclórica, el del Fút-bol de la Tercera División, el de la Unidad Cuauhtémoc, y el semillero de campeones Olímpicos de Clavados.


El San Bartolo de las Familias Tradicionales, antes y después de la Villa de Juárez, hasta lograr la categoría política de Ciudad, el 30 de marzo de 1957.


De esa manera, el 20 de marzo de 1976, la Legislatura estatal decreta que la municipalidad se denominaría, Naucalpan de Juárez, tras adecuar los límites territoriales de la demarcación en 1966.


Ese San Bartolo, del inicio y el auge industrial con la inauguración en 1867 por el Presidente, Benito Juárez García de “La Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón” en San José Río Hondo.


Lo anterior, y que logró y marcar todo un punto de partida al ubicar a Naucalpan en los primeros lugares en el desarrollo económico del Edomex y del país.


San Bartolo y el 3 de septiembre más que la Villa de Juárez, el Día de la Identidad Municipal, el del espíritu de pertenencia y arraigo, Naucalpan centro, el lugar de paso, del comercio y los servicios.


El San Bartolo del Pochteca, el símbolo del comerciante erigido en el Mercado de la Cabecera, La Oda de Hierro, o el Monumento al Obrero que hace alusión al desarrollo industrial de Naucalpan y a su “Joya de la Corona”.


El Naucalpan del Virreinato y sus arcos y sifones que los separa un siglo de diferencia en su construcción, primero las torres y posteriormente el acueducto construido en cantera, con una longitud de 500 m e integrado por 50 arcos de medio punto separados 6.7 m entre sí; cada columna tiene una base de 2.05 m de frente por 1.7 m de profundidad y una altura máxima de 16 metros.


La obra se llevó a cabo en dos etapas, la primera en 1616 por órdenes del virrey Diego Fernández de Córdoba con el objetivo de llevar agua al Santuario de los Remedios; el preciado líquido sería trasportado desde el ojo de agua del pueblo de San Francisco Chimalpa a través de un arcaduz construido con tubos de barro.


El proyecto se justificaba en parte porque el agua excedente se utilizaría para el riego de las parcelas de los pueblos de San Bartolomé, Santa María Nativitas y Santa Cruz, aledaños a la zona.


Para desplazar el aire que pudiera llevar la tubería se idearon dos respiraderos, cada uno sostenido por una torre escalonada de base circular de ocho metros de diámetro y 23 m de altura.


Debido a que en su parte más alta las torres van disminuyendo el diámetro, la gente del lugar hoy en día las identifica como “los caracoles”, o las “Torres de Babel”.


En otro orden, el resaltar el San Bartolo, el legendario pueblo, de su Puerto de Veracruz, la lonja mercantil de los Hermanos Manolo y Paco Cano, referida por toda la gente.


Asimismo, el Mercado de la Cabecera, una plaza de tendajos de madera y huacales, cubiertos con manta de los costales de la Harinera en la calle 20 de Noviembre, o su Café Algusto, en Circunvalación Norte, hoy Gustavo Baz.


El San Bartolo de su kiosko de la que fue la Escuela Primaria Isidro Fabela al lado del Mercado en lo que actualmente es la Plaza o Parque Revolución y sus históricos negocios que marcaron toda una también época.


La Presidencia Municipal, en lo que es el Parque Román Díaz, en San Bartolo, con su calabozo, “los gendarmes y los tecolotes en lugar de la policía y los tamarindos o los agentes de tránsito”.


El San Bartolo y sus portales, las casonas que sirvieron de filme de películas de los Tres García con Pedro Infante y Doña Sara García, o el Rancho Urbina, o el Hogar simbólico de la familia de Don Max, Gasca Pliego.


El San Bartolo de las vecindades, de las entonces casonas que se nutrieron de las construcciones en las que había un patio central rodeado por diversas habitaciones, baños y lavaderos comunitarios.


Las vecindades fueron testigos de momentos cruciales en la historia no sólo de Naucalpan sino de México, en cada rincón se pudo contar una historia sobre las generaciones pasadas.


Las vecindades en San Bartolo no sólo fueron estructuras históricas, sino también comunidades donde los residentes compartían espacios y experiencias de vida.


En sus patios centrales y pasillos compartidos se tejió una dinámica social que promovió la convivencia y la solidaridad.

Los vecinos todos se conocían, y compartían historias , y se apoyan mutuamente, lo mismo en las de la calle 20 de noviembre, en calle Primavera, que en las de 5 de Mayo, o la calle del Parque o Jardín, o las de 1° de mayo y José Becerril, en la que fue el rastro viejo, o el establo frente a la Escuela Ávila Camacho.


En medio de la agitación de la ciudad, las vecindades ofrecían un oasis de tranquilidad y un sentido de pertenencia.


Los patios comunes se convirtieron en espacios donde los niños jugaban, los vecinos charlaban y las amistades florecían.


El San Bartolo de las Zapaterías Canadá o la Ribera, La Casa Cadena, Las Bodegas San Francisco o “Los Chimalpa”; la Mexuiza, Casa Bayón, el de “Mi Taquito”, el de los pescados fritos al lado de la Mil Hierbas o Casa Loza, o en el portón de “Don Brígido Novales y su Chamizal, ”, el de la Foto Chávez, o de la Diana, y la Farmacia Central.


El San Bartolo de la tortillería de “Doña Lupe, o la del Jarocho, las desaparecidas del Tigre, el Siglo XX y los Molinos de nixtamal y masa, de Clemente Espinosa y los Ramírez, o la Cafeterías del Parque de los cuñados Melitón y René Jiménez, seleccionados nacionales de Voleibol y la del Pao, Pao y San Martín en Periférico norte, en contra esquina de la Unidad Cuauhtémoc, del Instituto Mexicano del Seguro Social.


El San Bartolo y la vista enorme a contemplar las Torres de Satélite, obra arquitectónica y escultórica emblemática de México, construidas entre 1957 y 1958. Diseñadas por el arquitecto Luis Barragán y el artista Mathias Goeritz.


Estas torres consisten en un conjunto de cinco prismas triangulares que representan un "paisaje urbano" en la entrada de Ciudad Satélite. Además, son consideradas un símbolo de la modernidad y la colaboración artística en la arquitectura mexicana.


El 22 de noviembre de este año las Torres de Satélite fueron declaradas Patrimonio Artístico por el Presidente Felipe Calderón, mediante un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación.


Con esta declaratoria se garantizará la conservación y cuidado tanto del entorno como de las torres mismas.


El documento señala que la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos, en sesión celebrada el 12 de septiembre de 2008, se emitió una opinión favorable para que las Torres de Satélite sea declarado monumento artístico.


Mediante el decreto se obliga “al propietario del conjunto” a “realizar las obras para conservarlo y, en su caso, restaurarlo, previa autorización del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura”.


Advierte que se debe “obtener permiso del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura para realizar obras de excavación, cimentación, demolición o construcción en los inmuebles colindantes al conjunto que se declara monumento artístico que puedan afectar las características de este último”.


Lo iniciativa ciudadana encabezada por el arquitecto, Cuauhtémoc Rodríguez Gracia y Galo Blanco Mateos, por medio de la Asociación Civil, Fomento Cultural Torres de Ciudad Satélite, próspero mediante una férrea lucha en defensa de los prismas, y que lo avalan las actas, oficios y demás documentales propios del caso.


El San Bartolo, que en verdad nos unía como pueblo, el San Bartolo que identificó a generaciones y generaciones de Naucalpenses, el San Bartolo del Club de Leones, el Pentatlón, La Cruz Roja del Pistache, “El Ave de Fuego”, de Carlos Paulín, o la Señora Irma Fautsch de Beltrán, Doña Ramona Olguín, o Los Bomberos de las leyendas, del comandante Montiel, Ramón, o Andrés Rodríguez, o Bernardo Herrera, entre tantos Vulcanos que siempre y en todo momento dieron su vida por salvar a otros.


El San Bartolo de los Colín, Colín Castillo, Castillo, Becerril, Becerril Arzate, Becerril Rosas, Rodríguez, Navarro, Cano Razo, Cano Soriano, Jacob, Cadena; los Vázquez o Déciga, Los Falcón o los Arzate, Manzo, y Los Gil, Mayén y Vega, Espinosa, Cárdenas, o Becerra, Herrera, Gutiérrez, Trón, Vidrio, Rivera, Ramírez, Maldonado, Carreón, Ruiz y Moreno, Dominguez, entre otras legendarias familias.


El San Bartolo que se nos fue de las manos, aquel que rompió su esquema tradicional para dar paso a la modernidad, llevando en su alma, el sentimiento y el orgullo de ser Naucalpense

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